Portero automático

Cuando salía de la academia me gustaba volver a casa en autobús. Siempre lo hacia a la misma hora y desde que la vi, siempre esperaba que saliera del portal. Si tardaba un poco más, esperaba al siguiente autobús. Merecía la pena.

Era una chica algo mayor que yo, no demasiado, o eso aparentaba. Tenía un pelo moreno largo y brillante, siempre salía sonriendo y le marcaba dos preciosos hoyuelos en su rostro. Vestía de forma atrevida, con colores llamativos, no pasaba desapercibida.

Siempre llevaba una mochila, y yo siempre me hacía las mismas preguntas, ¿dónde trabajará?, ¿irá al gimnasio?, ¿tendrá novio?, ¿cuál será su nombre? ¿se habrá fijado en mí…?

Así durante tres meses, de lunes a viernes.

Era mi último día en la academia, ese día terminamos antes de tiempo. Me fui a mi parada, espere un rato sentado, pero faltaba mucho para nuestra cita diaria. Así que me levanté y me fui hasta el portal. Estaba muy nervioso, no sabía exactamente que es lo que quería hacer.

Después de muchas dudas me decidí. Llamé tímidamente a un piso al azar, esperé durante unos eternos segundos y una voz de chica contestó, lo hizo un par de veces hasta que colgó. Tenía que ser ella, no tenía dudas, había acertado.

Ya tenía voz para mi ángel. Caminé hasta casa pensando que gracias a la voz de mi ángel llegaría a perder la timidez algún día.

Música: Por ti, Ella Baila Sola (Madrid, 1996-2001)

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